Tímidos, vergonzosos, torpes, semejantes al tigre que ha fallado en su primera embestida: así es como os he visto, hombres superiores, escabulliros y zafaros a menudo. Os había fallado una jugada de dados.

Más ¿Qué os importa eso a vosotros, jugadores de dados? ¿No habéis aprendido a jugar y a burlaros como es debido? ¿No estamos siempre sentados a una gran mesa de burlas y juegos?

Y aunque fracaséis en grandes cosas, ¿habéis por ello fracasado vosotros mismos? Y, si habéis fracasado, ¿es esa una razón para que haya fracasado - el hombre?

¡Y aunque hubiera fracasado el hombre, que importa! ¡Adelante!

Nietzche, Friederich
Also Sprach Zarathustra (Así habló Zarathustra)

WB00681_.gif (2716 bytes)

Poder es esa nueva virtud; un pensamiento dominador, enclaustrado en un alma inteligente: un sol de oro, y, en torno a él, la serpiente del conocer.

Nietzche, Friederich
Also Sprach Zarathustra (Así habló Zarathustra)

WB00681_.gif (2716 bytes)

Corazón ardiente y cabeza fría: cuando coinciden surge el torbellino, el "redentor".

Nietzche, Friederich
Also Sprach Zarathustra (Así habló Zarathustra)

WB00681_.gif (2716 bytes)

'Be what you would seem to be' - or, if you'd like it put more simply - 'Never imagine yourself not to be otherwise than what it might appear to others that what you were or might have been was not otherwise than what you had been would have appeared to them to be otherwise.'

Carroll, Lewis
Alice's Adventures in Wonderland

WB00681_.gif (2716 bytes)

Religions are manipulated by those who govern society and not the other way around.

Gore Vidal, American writer

WB00681_.gif (2716 bytes)

If thought corrupts language, language can also corrupt thought.

George Orwell, English writer

WB00681_.gif (2716 bytes)

Hey you, out there in the cold, getting lonely, getting old,
Can you feel me?
Hey you, standing in the aisles with your fleeting, fading smiles,
Can you feel me?
Hey you, don't help them to bury the light,
Don't give in... without a fight!

Hey you, out there on your own, sitting naked by the phone,
Would you touch me?
Hey you, with your head against THE WALL, waiting for someone to call out,
Would you touch me?

Hey you!
Would you help me to carry the stone?
Open your heart, I'm coming home!

It was only fantasy...
The wall was too high, as you can see...
No matter how he tried, he could not break free...
And the world's aiming to his prey...

Hey you, out there on the road, always doing what your told,
Can you help me?
Hey you, out there beyond the wall, breaking bottles in the hall,
Can you help me?

Hey you: Don't tell me there's no hope at all...

Together we stand, divided we fall!

Pink Floyd,
The Wall

WB00681_.gif (2716 bytes)

Si pudiera vivir nuevamente mi vida:
En la próxima, trataría de cometer más errores.
No intentaría ser tan perfecto; me relajaría más.
Sería más tonto de lo que he sido,
de hecho, tomaría muy pocas cosas con seriedad.
Sería menos higiénico.
Correría más riesgos, haría más viajes,
contemplaría más atardeceres,
subiría más montañas, nadaría más ríos.
Iría a más lugares donde nunca he ido,
comería más helados y menos habas,
tendría más problemas reales y menos imaginarios.
Yo fui una de esas personas que vivió sensata y prolíficamente cada minuto de su vida.
Claro que tuve momentos de alegría.
Pero si pudiera volver atrás,
trataría de tener solamente buenos momentos.
Por si no lo saben, de eso está hecha la vida,
sólo de momentos;
no te pierdas el ahora.
Yo era uno de esos que nunca iba a ninguna parte
sin un termómetro, una bolsa de agua caliente,
un paraguas y un paracaídas.
Si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano.
Si pudiera volver a vivir,
comenzaría a andar descalzo a principios de la primavera
y seguiría así hasta concluir el otoño.
Daría más vueltas en calesita,
contemplaría más amaneceres,
y jugaría con más niños,
si tuviera otra vez la vida por delante.
Pero ya ven, tengo 85 años
y sé que me estoy muriendo.

Instantes, Jorge Luis Borges

WB00681_.gif (2716 bytes)

No se, me importa un pito que las mujeres tengan los
senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de
durazno o de papel de lija. Le doy una importancia
igual a cero, al hecho de que amanezcan con un aliento
afrodisíaco o con un aliento insecticida. Soy
perfectamente capaz de soportarles una nariz que
sacaría el primer premio en una exposición de
zanahorias; ¡pero es sí! -y en esto soy irreductible-
no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan
volar. Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que
pretendan seducirme!
Ésta fue -y no otra- la razón de que me enamorase, tan
locamente, de María Luisa.
¿Qué me importaban sus labios por entregas y sus
encelos sulfurosos? ¿Qué me importaban sus
extremidades de palmípedo y sus miradas de pronóstico
reservado?
¡María Luisa era una verdadera pluma!
Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina,
volaba del comedor a la despensa. Volando me preparaba
el baño, la camisa. Volando realizaba sus compras, sus
quehaceres...
¡Con qué impaciencia yo esperaba que volviese,
volando, de algún paseo por los alrededores! Allí
lejos, perdido entre las nubes, un puntito Rosado.
"¡María Luisa! ¡María Luisa!"... y a los pocos
segundos, ya me abrazaba con sus piernas de pluma,
para llevarme, volando, a cualquier parte.
Durante kilómetros de silencio planeábamos una caricia
que nos aproximaba al paraíso; durante horas enteras
nos anidábamos en una nube, como dos ángeles, y de
repente, en tirabuzón, en hoja muerta, el aterrizaje
forzoso de un espasmo.
¡Qué delicia la de tener una mujer tan ligera...
,aunque nos haga ver, de vez en cuando, las estrellas!
¡Que voluptuosidad la de pasarse los días entre las
nubes... la de pasarse las noches de un solo vuelo!


Después de conocer una mujer etérea, ¿puede brindarnos
alguna clase de atractivos una mujer terrestre?
¿Verdad que no hay diferencia sustancial entre vivir
con una vaca o con una mujer que tenga las nalgas a
setenta y ocho centímetros del suelo?
Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender la
seducción de una mujer pedestre, y por más empeño que
ponga en concebirlo, no me es posible ni tan siquiera
imaginar que pueda hacerse el amor más que volando.

Espantapajaros, Oliverio Jirondo